Si confías... ¿sabes por qué lo haces?

La confianza es la base principal sobre la que se asientan las relaciones. Pero ¿qué es la confianza? ¿cómo sé si la puedo depositar en los demás?

Pues bien, la confianza es, en esencia, un juicio de vital importancia y de una relevancia suprema. Pero es eso, una opinión que tenemos sobre los demás. Gracias a ella tomamos decisiones, coordinamos acciones, elegimos entre opciones… Es un rasgo que necesitamos ver en los demás para dejarnos caer en ellos. Familia, amigos, pareja, colegas de trabajo, jefes… en ellos depositamos confidencias, trabajos e incluso cuestiones de vital importancia, como nuestros hijos.

Somos conscientes de cuándo sentimos confianza en alguien. Sin embargo, no es tan fácil concretar en qué nos basamos para ofrecer nuestra confianza a alguien. Lo cierto es que cuando hacemos esta pregunta en las sesiones de Coaching o en los cursos de formación suele haber bastante consenso: Todos decimos confiar en aquéllos que demuestran que nos quieren, que confían en nosotros, que no mienten, que tienen experiencia, que nunca han fallado, que saben escuchar, que respetan, etc.

Para simplificar y dado que es una opinión tan relevante para nuestra vida, propongo que valoréis la confianza teniendo en cuenta cuatro aspectos que podrían ser los pilares sobre los que basamos la opinión de la confianza y que resumen todos los rasgos que mencionamos sobre las personas que merecen nuestra confianza.

Para ello, aludo en muchas ocasiones a una sencilla metáfora, diciendo que la confianza es como una mesa de cuatro patas que se apoya sobre cuatro elementos fundamentales. Si cualquiera de estas patas falla, la confianza se cae. Así que, antes de aseguramos que podemos otorgar este regalo a los demás, revisemos si se cumplen estas cuatro condiciones.

La sinceridad

Confiamos en aquellas personas que consideramos sinceras, que valoramos que no dicen falsedades, ni a nosotros ni a los demás.

La fiabilidad

Confiamos en personas con histórico de cumplimiento, bien porque lo hemos experimentado, bien porque los demás nos han facilitado datos sobre ello. Cumplen lo que dicen.

La competencia

Confiamos en personas que saben sobre el tema que le vamos a confiar. Tienen conocimientos, habilidades y experiencia.

La aceptación

Y por último, algo muy esencial, confiamos en quienes nos respetan, nos valoran y demuestran su aceptación hacia nuestra persona. Nunca daremos nuestra confianza a alguien que nos hace de menos.

Al ser una opinión, la confianza se puede dar. Pero también se puede quitar. Es una opinión que va en las dos direcciones: la depositamos en los demás y los demás la depositan en nosotros.

A raíz de esta breve reflexión (insistimos en que tengáis en cuenta el ejemplo de ‘la confianza es una mesa de cuatro patas y todas son imprescindibles’), nos ha venido a la cabeza el spot publicitario de Toyota. No se trata de que nosotros ahora hagamos publicidad de esta marca. Pero sí queremos recordar la imagen de la niña, que disfruta más de ese paseo en avión porque confía absolutamente en la persona que lleva los mandos (¿quizás su padre?). La niña ha depositado toda su confianza en una persona que es sincera con ella, cumple lo que dice, es competente y la respeta. ¿Qué más se puede pedir?

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