Cuando la incertidumbre llama a tu puerta
'Aquel conjunto de realidades que tienden a sacarnos de nuestra área de confort, porque no responden a nuestras rutinas organizativas o personales'.
Es la definición de incertidumbre. Y hoy todos estamos sometidos, en mayor o menor medida, a ella. Y tememos que nos saque de nuestra zona de confort, que nos provoque cambios, que nos enfrente al abismo de lo desconocido.
Es normal que ante la incertidumbre sintamos angustia. Nuestra zona de confort, aquélla en la que nos sentimos seguros, se tambalea. Pero las incertidumbres son como la vida: se producen y, queramos o no, llegan.
Ante una incertidumbre, tenemos varias opciones: No querer saber nada de lo que acontece a nuestro alrededor y esperar que pase es una de ella. Es lo que llamo «la postura del avestruz». Es una postura muy parecida a la resignación, que es quizás la que menos angustia a corto plazo nos genera, pero la que más sensación de impotencia nos va a provocar a largo plazo, porque se trata de una forma de hacer en la que son los demás los que deciden y nosotros nos inhibimos.
Batallar contra la incertidumbre es otra opción. Llega la duda, nos azota y luchamos con todas nuestras fuerzas para aminorar sus efectos. Pero, ¿y si el resultado no responde a nuestras expectativas? ¿y si no estamos conformes? Cuando esto se produce, las personas tendemos a buscar culpables fuera de nosotros. Y, de nuevo, tendemos a inhibirnos del resultado. Cuando hacemos esto, cuando colocamos a los demás en la primera línea de fuego, les estamos dando el mando y dejamos de ser nosotros los dueños de nuestro destino.
La incertidumbre es, lo decía antes, como la vida. Llega una. Y llegarán más. Sin duda. La mejor opción ante la incertidumbre es aceptar que ésta se produce, que podemos atravesar momentos duros, pero que del mismo modo que llegan, se pasan y se superan. Estar preparado ante la incertidumbre facilitará que la superemos, que salgamos fortalecidos de ella, y nos evitará angustia y sensación de impotencia.
Esta tercera opción es, como digo, la más sana, la que contribuirá a mantenernos en alerta sin vivir en el agobio y el miedo permanente, la que nos permitirá ir conduciendo nuestro futuro sin la tensión añadida de que la decisión depende de otros.
Para ello, hay que dar el paso, decidir, sobre la base de nuestra experiencia, del análisis positiva, de la inteligencia… Pero hemos de ser nosotros los que decidamos.
Si la incertidumbre llama a tu puerta, no la rehuyas. Tampoco la combatas. Simplemente, acéptala, ponte ante ella. Cárgate de confianza, date poder. Y supérala.
En 1875, el poeta William Ernest Henley escribió Invictus, un poema que detalla la necesidad de estar preparado y sin miedo ante lo que llama «el horror de la sombra». Este texto hace hincapié, como pocos, en la necesidad de estar preparados, cargados de confianza y empoderamiento. Sólo así, seremos fuertes y nos convertiremos en 'el amo de mi destino, el capitán de mi alma'.
Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.
Para ilustrar el post con un toque de humor, quiero traer el vídeo ‘La Caja’, que he incluido en mi canal en Youtube. En él, los dos personajes no saben enfrentarse a la incertidumbre y optan por la llamada «postura del avestruz». Dejarán que pase la oportunidad. Demuestran miedo. Sin confianza, sin poder personal…. los personajes de la caja nos demuestran que esa forma de hacer las cosas nos debilita.