Saber comprometerse

En el mundo de los negocios, los resultados positivos se obtienen tras la ejecución con éxito de estrategias y planes de acción, planes para cuya ejecución se precisa de coordinación, coordinación entre los equipos y coordinación dentro de un mismo equipo, coordinación entre la empresa y los proveedores y coordinación, en definitiva, que para que sea posible y efectiva necesita de Compromiso.

Desde un punto de vista meramente operativo, la coordinación hace posible que las partes comprendan, con meridiana claridad, quién hace qué, para cuándo, con qué motivo y para qué. Tras las respuestas a cada una de estas cuestiones aparece, siempre, el Compromiso.

En Coaching, partimos de la base de que cada uno de nosotros está comprometido con algo y que elegimos con qué nos comprometemos. Esa elección es la que nos lleva a priorizar unas cosas sobre otras. Cada vez que elegimos, priorizamos, renunciamos a otras cosas o simplemente las relegamos a segundo o tercer plano. Y, en muchas ocasiones, y más aún con el ritmo de vida occidental, podemos afirmar que muchas de las elecciones que realizamos, muchos de esos compromisos, se incluyen en nuestras agendas vitales de forma automática.

Pero no debemos dejarnos llevar por la ola que supone nuestra falta de tiempo. El transcurso de nuestra vida es una elección permanente. Si lo pensamos bien, con frialdad y con perspectiva, nos daremos cuenta que en multitud de ocasiones tenemos la oportunidad de elegir entre una cosa o la contraria.

Por todo ello, realizada la elección de forma libre, adoptamos un Compromiso y eso es algo que evidentemente supone un coste, porque tras ese compromiso se encuentran, sobre todo, nuestros más profundos valores éticos. La ventaja que acarrea la adopción firme y libre de un compromiso es que nos aporta mayor perspectiva y nos carga de energía y fuerza, porque es nuestra moral la que respalda nuestra elección.

Desde este punto de vista, la Obligación es un concepto radicalmente distinto: la obligación supone dar respuesta a algo que no hemos elegido, con el riesgo de que, si no damos la respuesta que se quiere de nosotros, puede acarrear consecuencias negativas para nosotros.

Por eso, en nuestra vida debemos optar siempre por la adopción de Compromisos, de elecciones que realizamos de forma libre. Sólo así conseguiremos una relación directa, ética y moral, con la tarea que queremos afrontar.

La posibilidad de romper un compromiso siempre existe, por incapacidad, imposibilidad, falta de tiempo….. En estas situaciones, el riesgo se produce únicamente cuando la parte que se ha comprometido guarda silencio. En ese caso, y sólo en ese caso, la ruptura del compromiso acarrea la pérdida de confianza, porque al propio incumplimiento del compromiso, a la incapacidad de cumplir con la tarea, se une la sensación de la falta de ética.

Evidentemente, el compromiso y la obligación están presentes a lo largo de nuestras vidas y en todo momento. En el mundo empresarial y laboral, por supuesto, también. En esta ocasión, los compromisos se plasman en un contrato, un contrato que firman, libremente, dos partes, que se comprometen y que, utilizando como base el propio contrato, pueden recordar al otro la necesidad de que cumpla su parte. Y esto mismo sucede en nuestras vidas a diario, porque cada vez que adquirimos libremente un compromiso estamos asumiendo con el otro la firma de un contrato, respaldado por nuestra palabra y por el deber ético y moral de cumplirla.

Por todo ello, antes de asumir un compromiso, debes tener en cuenta que para hacer esa promesa es necesario:

  • Entender bien el compromiso. Si tienes dudas, pregunta;
  • Creer que tienes los recursos y las habilidades para hacerlo posible;
  • Aplicar toda tu energía en el cumplimiento de la tarea;
  • Planificar bien para mitigar posibles riesgos, que siempre, por muy preparados que creamos estar, existen.

Y si el compromiso se encuentra en riesgo:

  • No calles. Alerta de inmediato a la otra parte. Tu integridad, tu reputación moral y ética están en juego;
  • Ofrece tus disculpas y da, siempre, una explicación real;
  • Evalúa las posibles consecuencias negativas que este incumplimiento pueda acarrear;
  • Negocia, si es necesario, para minimizar los daños;
  • Analiza y comprométete de nuevo. No huyas.
  • Y, por supuesto, aprende. La experiencia, la memoria, es la base del aprendizaje.

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