¿Dificultades? Decide

Son muchas las ocasiones en que nos vemos envueltos en dificultades. De repente, nos encontramos en situaciones inesperadas, que nos exigen un esfuerzo extra, que nos obligan a salir de nuestra llamada ‘zona de confort’, que es el ámbito de decisiones en que nos encontramos más cómodos.
Ante las dificultades, sólo caben dos opciones:
la primera, nos retraemos y esperamos que sean otros los que las solucionen. Es, en contra de lo deseable, la actitud habitual que tomamos, precisamente porque de esta manera podemos continuar anclados en nuestra zona de seguridad, sin que nada nos altere nuestro ritmo habitual.
la segunda, decidir. Decidir supone un esfuerzo extraordinario, psicológico y físico. Psicológico, porque, en contra de lo que parece, no estamos acostumbrados a tomar decisiones y durante la mayor parte de nuestra vida vamos encauzando nuestra existencia siempre por la vía que nos parece más cómoda y sin riesgos. Y decidir, siempre y en todos los casos, conlleva un riesgo. Y también supone un importante esfuerzo físico, no tanto por la exigencia de músculo de la tarea, sino especialmente porque una decisión exige en la inmensa mayoría de los casos «hacer algo», salir de la normalidad...
El ser humano busca, desde que nace, seguridad. Buscamos seguridad en nuestra madre, en nuestro padre, en nuestros hermanos mayores, en nuestros amigos….. Todo nuestro entorno nos lleva a optar por mantener la zona de confort y seguridad que poco a poco hemos tejido a nuestro alrededor. De ahí que, ante una dificultad, lo habitual sea, casi siempre, dejar que sean otros los que la solucionen, porque creemos que eso es lo más sencillo.
Tomar decisiones supone:
- Salir de la zona de confort, correr un riesgo. Desde el punto de vista negativo, es un esfuerzo extraordinario y, hasta cierto punto, «peligroso». Es muy importante que seamos conscientes de la decisión que tomamos y de sus consecuencias.
- Analizado desde el lado positivo, tomar decisiones acarrea una inyección de adrelanina extra que nos estimula, nos impulsa y nos envuelve en una ola de optimismo.
Es aconsejable buscar el equilibro entre estos dos puntos de vista. Tomar decisiones y, al mismo tiempo, hacerlo de forma consciente, intentando buscar «cinturones de seguridad» que permitan amortiguar un posible golpe. ¿Cómo? Sencillo. Rodéate de personas que sepan tanto o más que tú, leales, que te aconsejen, asesoren y trabajen codo con codo contigo.
Las dificultades exigen tomar decisiones. No dejes que los demás las tomen por ti. Tómalas tú y sé dueño de tu vida. La decisión impulsa el proyecto. La decisión será la adrenalina. Y el trabajo en equipo, la seguridad. Y, si tienes dudas, mira este vídeo. Es sólo un ejemplo, pero ayuda a ser conscientes de nuestras verdaderas capacidades.